Interrumpes el extraño silencio que hay en tu cabeza, porque alrededor tuya no hay silencio: pues la televisión está encendida. Sin embargo, te encuentras tan distante, tan sola, tan aislada... que parece que en tu mundo está todo silencioso, mejor dicho, con un dolor silencioso. Lo interrumpes pensando en mil cosas que, por enésima vez piensas, se te caen lágrimas por saber que no va a ser tuyo, y piensas ¿qué importa todo?, ¿qué importan tales cosas?, ¿por qué, a veces, tiene que importar el físico o aspecto de una persona. ¿Por qué?...
Sabes que has nacido en un mundo que no se ve de color rosa, que cada día el mundo se ve de color negro. De momento va por un color grisáceo, piensas. Sin embargo, sonríes todavía. A ti te enseñaron de pequeño/a a sonreír, a fingir, a ver la vida de color rosa y también, a veces, a callar y a tirar.
Te preguntas el por qué de situaciones en las que te callas cuando, tienes mucho que decir, cuando es el momento de explotar. De demostrar al mundo la rabia que tienes dentro, el dolor, la tristeza, la desesperación, el odio y el rencor. Te preguntas el por qué todo sigue igual, o para peor, el por qué de seguir ocultando tu otro yo delante de personas... ¿Por qué no pueden cambiar las cosas y que vayan para mejor?. ¿Por qué toca sufrir?
Y sobre todo, ¿por qué hay que sufrir así?...