Querido diario:
Pero... ¿qué digo?, querido corazón; hoy te hablo a ti.
¿Qué?, ¿qué vas a hacer ahora?.
¿Por qué no te buscas a otro tío?
Ya sé que cada día lo quieres más. Sé que anhelas su presencia.
Pero yo no puedo hacer nada, no puedo detenerlo.
No puedo hacer que se fije en mi, entiéndelo, por favor...
Para de hacer que aumente cada vez más este sufrimiento. No hice nada malo, échale la culpa a los ojos, que fue quien le vieron.
Échale la culpa al destino, que fue quien nos hizo conocer.
Échale la culpa a él, no a mi. Ya sé que hice tonterías. Pero la culpa la tiene toda, toda, toda, él.
Pero también la tienes tú, corazón. ¿Para qué te fijas en él?
Ahora no te calles, pues la que me habla es la mente. Pero sé que tu tienes palabras para decir, que nunca dices nada...
Pero por tu culpa yo también le estoy queriendo. Creo que no había cogido tanto cariño y amor en alguien...
Seguro que pensarás: "en algo tenemos en común, pues tu eres muy cabezota, y hasta hay veces que te niegas a que te guste alguien. Pero siempre acabo ganando yo".
La razón no te la quita nadie, pero pensé que habías madurado.
Pero las dos somos muy tontas: nos equivocamos con el tío que no debíamos de fijarnos.
Aunque a mi me guste, yo sigo sin creerme que te guste a ti.
¿Qué le vistes, corazón?. Dímelo, no hay nadie más quien me lo pueda decir: solo tú.